Las hormonas son las causantes de la pasión en la fase del enamoramiento. La “chispa” que se puede dar en un principio se convierte luego en un desafío, y en un aprendizaje, para mantenerla encendida. Para esto se necesita de una buena relación de base, donde no se tenga que luchar entre los roles de dominador o sumiso. Entre los 5 y 8 años de edad desarrollamos lo que se llama “mapa de amor”. Este mapa va a ir construyendo el tipo de pareja que de más grande vamos a buscar, o a elegir, a partir de los modelos familiares que conocemos. La atracción es independiente de a quién acabamos eligiendo de pareja. El amor y el deseo son cosas distintas. Elegimos una pareja por: razones piscosociales, por características de la personalidad, el nivel socioeconómico que tenga, las apariencias físicas, la similitud cultural, entre muchas otras cosas. La compatibilidad hace crecer el amor. Lo que nos es semejante nos hace sentir más accesibles, aunque una pareja debe aprender a manejar las diferencias. Ante lo distinto se requiere un grado de madurez para lograr la compatibilidad. Cuando las personas se quieren realmente se busca que la pareja crezca a la par, para así poder ser autónomas y no generar dependencias emocionales. No se completan, se acompañan y se potencian. Poder empatizar con el otro, o la otra, es esencial. Esto no es vivirlo a la par, ni ser sostén, sino saber acompañar. El amor da felicidad, nos permite reflejamos en el otro, y en la otra. Para que esto se de bien la persona necesita sentir que está siendo sí misma, no sólo compartiendo, sino estando en presente.
Hay una teoría que se llama “triangular del amor”. Contempla tres componentes: la intimidad, la pasión y el compromiso. Con intimidad habla de conectarse y acercarse al otro, o la otra. Con la pasión se refiere a la necesidad de unión. Y con el compromiso a la confianza, lealtad y seguridad ante el vínculo. Contar con los tres componentes dentro de la pareja sería lo ideal, pero no es que no existan parejas efectivas por fuera de eso. Lo que dañan son las expectativas no realistas, el amor romántico, donde se cree que la pareja es quien te hace feliz, quien te completa y quien siempre va a estar. Eso es un mito, y los mitos son dañinos. Si hay algo que es estable en la vida es el cambio. Por eso no hablamos de medias naranjas, somos seres enteros. La pareja no debe estar ahí ante todas las circunstancias, la pareja no tiene el deber de hacernos felices. Nuestra estabilidad emocional depende de nuestra autorregulación. A más conscientes seamos, mejor. La pareja no nos puede dar lo que nosotros y nosotras queremos y no nos damos. Por lo que antes de echar culpas afuera es importante mirar dentro. El amor es un reflejo de sentirte reconocido o reconocida en la otra persona, y las ganas de cuidar eso. Si hay un conflicto no es parte de uno, o una, es parte de dos, por lo que ante un problema hay que mirar el todo, no sólo un sector. La estabilidad emocional y los valores que tengamos tanto nosotros, como nuestra pareja, nos hace darnos cuenta si somos compatibles, o no. No podemos cambiar al otro, o la otra, para que sea de tal o cual manera. Hay que mirar todos estos puntos para saber, o poder intuir, con quién apostar por el amor y el crecimiento en un vínculo de pareja.