A la hora de encontrarnos con un otro o una otra puede que por momentos no sepamos bien cómo interpretar las señales de la seducción. Un aspecto esencial en este arte siempre han sido las miradas. La mirada, según muchos poemas y textos literarios son: “espejos del alma”. La mirada transmite y dice mucho sin necesidad de las palabras. Cuando hay cruce de miradas entre ambos o ambas hemos de saber que esto puede indicar algún tipo de interés. Hay señales que son inconfundibles, por ejemplo, ante el acercamiento físico entendemos que alguna tensión sexual está teniendo lugar. A veces ocurren roces en una mano, una pierna, un hombro que parecen ser sin querer, pero sabemos que fueron intencionados. El misterio aporta lo suyo a la hora de la seducción. Esto no quiere decir que por eso debamos extender situaciones donde alguna de las dos personas sabe que no tiene interés de ir a más. Generar falsas expectativas a consciencia no es una actitud responsable para con el otro o la otra.
Además de la mirada hay otros rasgos que pueden tener lugar a la hora de captar las intenciones que hay. La risa tonta, el interés por continuar la conversación, la escucha activa. Esto permite que el encuentro avance. La intención no debe ser siempre terminar en la cama, puede que el interés sea más profundo y queramos conocer a esa persona más en detalle. En estas ocasiones debemos dejar preguntas, misterio, ganas para próximos encuentros. El juego con las palabras puede dar cuenta de nuestras intenciones. La búsqueda de la broma o la risa suele seducir. Tener sentido del humor siempre favorece un encuentro y ayuda a relajar el ambiente. La seguridad en uno mismo o una misma es un aspecto muy seductor y provocador. Otros puntos a contemplar es la postura y la actitud del cuerpo. Hay que saber leer estos mensajes en los primeros contactos. Una cosa es que la persona busque el roce, se acerque a decir algo al oído o busque una cercanía, y otra es que esté de brazos cruzados marcando sus límites.
Si no estamos hablando de unos primeros encuentros, sino de personas que ya se conocen, por ejemplo, amigos de hace muchos años que comienzan a notar cierta atracción por el o la otra la situación es otra. En estas circunstancias es mejor ser claros y claras. Las señales son difíciles de codificar porque los cuerpos se acercan y actúan con tranquilidad, es terreno conocido. Puede que alguna de las dos partes no esté enterada de las intenciones del otro o la otra. En estos casos la honestidad es importante para no llevar a los inequívocos. En cualquier situación, nunca debemos olvidar que estamos hablando siempre de personas, hoy podemos estar de un lado de la situación y mañana, del otro. Todo juego y seducción debe ir acompañado de responsabilidad.