Estás a cien, y aunque tu chico se ha aplicado especialmente esta noche, tu cuerpo se niega a dejarle “entrar”. ¿Te suena? No te agobies porque ¡no eres la única! Lee atenta y ponle final al problema.
Derecho de admisión.
Controla mejor tu "derecho de admisión".
Es viernes por la noche y estás en el cine con tu mejor amiga viendo la última peli romántica que os han recomendado. Los protagonistas se besan por fin y no tardarán mucho en entregarse a la pas4ión. Se desnudan encendidos de deseo, se hacen alguna caricia más... y voilá! Él la penetra sin ningún tipo de problema. ¿Un tópico, verdad?
En esos momentos, en la oscuridad de la sala, le tienes un poco de envidia a ella por lo fácil que le resulta. Sí, en las películas suele ser todo rápido y sencillo, pero, al otro lado de la pantalla, en la vida real, la penetración no siempre resulta fácil en una relación sexual. A veces estás nerviosa, lubricas poco por cualquier motivo y no es posible.
Descartados los problemas físicos ante los que siempre hay que acudir al ginecólogo, te preguntas: ¿por qué unas veces me resulta muy fácil y otras no? ¿Por qué tengo la sensación de que mi vagina es una puerta con candado y, lo peor, he perdido la llave? Si estás harta de que sea "ella" quien elija y no tú, te mostramos unas cuantas técnicas para que encuentres la llave y vuelvas a estar al mando. ¿Preparada?
Primer paso. Llama a las cosas por su nombre
Lo primero es que identifiques el problema. La sexóloga Marian Ponte define el vaginismo como "una contracción involuntaria que se da en el exterior de la vagina, impidiendo de esta forma la penetración”. Las consecuencias las conoces bien: tensión en la zona, dolor y, en ocasiones "incluso dificultades para que la mujer se introduzca un dedo o un tampón", precisa la sexóloga. Así, "la penetración se vive como algo negativo que te puede causar dolor, generando miedo, ansiedad y tensión en el cuerpo.
Al ocurrir dicha contracción involuntaria, las mujeres que lo padecen pueden vivirlo con molestias, frustración, culpa y diversos miedos, como la pérdida de la relación". Hay múltiples causas que pueden provocar este problema, aunque has de saber que la mayor parte de ellas (el 95% según los expertos) tienen como componente fundamental algún factor psicológico. "A veces, el vaginismo viene desencadenado por problemas físicos, como una infección por ETS, problemas de lubricación por falta de deseo e incluso alergia a los preservativos", comenta Ponte. Por eso debes descartar cualquier complicación de este tipo acudiendo al ginecólogo.
El vaginismo puede deberse a la ausencia de lubricación, a una mala estimulación, al miedo al embarazo o incluso a complejos
En la mayoría de los casos, sin embargo, el vaginismo "viene determinado por cuestiones como ser la primera relación sexual con dolor, varios intentos fallidos, falta de información, ausencia de lubricación por mala estimulación, tener relaciones sin deseo y bajo cierta presión, miedo al embarazo, complejo e inseguridad con el cuerpo o mitos, como por ejemplo creer que la primera vez duele o sangras".
Apúntate un dato: la sexóloga insiste en que "es importante entender que el vaginismo en sí no es un problema y que depende de la causa que lo provoque". Ponte asegura que "si echamos la vista atrás, descubriremos que en muchas ocasiones ha funcionado como mecanismo de protección en las mujeres". Por eso "verlo como una disfunción sin comprender otros factores puede ser dañino para la mujer". Así que, tranquila, no te culpes ni te martirices. Recuerda que "el vaginismo puede padecerlo cualquiera, ya que no depende de la voluntad", y que no tiene que ver con que no desees a tu pareja ni, muy importante, que no puedas alcanzar el orgasmo por otras vías. Simplemente piensa si estás preparada para ir a la raíz que causa el problema y, si es así, concéntrate en solucionarlo.
Que tu vagina esté "cerrada" no depende de tu voluntad. No te culpes ni te martirices
"Empecé a salir con mi ex cuando aún tenía novia", recuerda Vanessa (26). "Nunca había tenido problemas, pero con él me cerré en banda", prosigue. "Yo sentía que él estaba a punto para la penetración, pero yo no podía. Muchas veces, ni siquiera había hueco para un dedo." La sexóloga explica que las dificultades de Vanessa podrían deberse a "que le generaba malestar que él tuviera novia y, por eso, entraba en conflicto consigo misma ". También destaca que, si era la primera vez que le pasaba, se trata de un caso circunstancial ligado a esa situación que lo provoca.
El caso de Clara (29) es un poco diferente. Ella, quien ha tenido varias parejas sexuales y reconoce que el sexo siempre ha sido una parte fundamental en su vida, se encontraba sin embargo con problemas en las primeras relaciones con un chico nuevo. "No conseguía abrirme", explica, "y es muy frustrante, porque estaba totalmente excitada, con muchísimas ganas de que mi pareja en ese momento me penetrase, pero no podía hacerlo porque ahí abajo parecía que estaba cerrado con llave".Conocer las causas de tu problema te ayudará a solucionarlo más rápido
Ana (27) dice que algunos chicos "no pasan de las primeras semanas conmigo, porque se quedan desconcertados. Recuerdo a uno que se marchó convencido de que no ‘me ponía’ y a otro que pensaba que no sabía cómo tocarme. Es desesperante." En este caso "seguramente necesite un tiempo para acoplarse y confiar en el otro. Es posible que estuviera anclada en el pasado con su nueva relación. Al no tener una base segura puede experimentar ciertas dificultades en sus relaciones", explica Marian.Otras veces, la contracción involuntaria de la vagina puede deberse a "falta de confianza de la chica en cuanto a sus dotes amatorias, a no estar a gusto con su cuerpo o ser muy autoexigente", afirma la experta. "La exigencia genera tensión y no permite relajarse y disfrutar", matiza.
Eso le pasaba a Aura (23): "Nunca me había considerado una chica guapa, así que cuando empecé a tener relaciones sexuales me propuse ser ‘la bomba’, como se dice vulgarmente, para suplir las carencias físicas que pensaba que tenía", rememora. Al principio todo iba bien, pero empecé a exigirme mucho más y me bloqueaba por completo. Conseguí el efecto contrario", sentencia.Cuatro consejos que te ayudarán
- Aprende a respirar para rebajar la tensión.
- Observa en un espejo tus zonas tensas y practica técnicas para relajar los músculos que rodean la vagina.
- Pide ayuda a un especialista para que te ayuda a manejar la ansiedad.
- Juega gradualmente con alguno de tus dedos para comprobar que tu vagina es más sensible de lo que crees.
¿Cómo lo soluciono?
Bien, ya sabes lo que te pasa y por qué te pasa pero... ¿cómo le pones remedio?
La sexóloga Marian Ponte detalla que, pese a que en ocasiones el proceso es largo, lo cierto es que hay muchas pautas que puedes seguir para desterrar el problema y encontrar la llave que abra tu "candado".
Para empezar, es bueno que sepas que "la vagina posee una gran flexibilidad, a diferencia de cómo nos la imaginamos", afirma Ponte.
¿Sabías que puede dilatarse aumentando su longitud normal hasta cuatro centímetros?
Ten esto en cuenta cada vez que la imagines como algo rígido y cerrado. "Siempre pensaba en mi vagina como si fuera algo de madera. Observarla en un espejo y hacer ejercicios me ayudó muchísimo." recuerda Ana.
La sexóloga explica que ayuda también el conocimiento de las causas del problema, por qué se da el espasmo involuntario y cómo funciona. ¡La información es poder! De modo que ya sabes: pregunta, infórmate, no te dejes nada en el tintero.
La falta de confianza en ti misma y ser demasiado exigente genera una tensión que no te permite relajarte y disfrutar
Físicamente hablando, otra forma de abordar el problema es empezar a hacer ejercicios concretos para dilatar la vagina, así como ejercicios de relajación. Dejar a un lado el estrés del día a día también es una buena opción (sobre todo si no consigues sacarlo de tu cama): "Empecé por tratarme el estrés que tenía y desde ahí fuimos tirando del hilo para el resto de problemas. Funcionó", cuenta Aura.
Apúntate a unas clases de yoga, Tai-Chi o cualquier otra práctica que te ayude a desconectar. Ponte en manos de un profesional ¡y demuestra que eres alumna aventajada!
¿Y entre las sábanas?
Alarga los preliminares hasta que te sientas cómoda, mastúrbate, masturba a tu chico y que él te lo haga a ti de todas las formas que se os ocurran, y dejad la penetración para el final o para cuando te sientas más preparada.
"Evita forzar intentos de penetración y tratad de no hablar constantemente del tema sin poner soluciones o describiendo solo el malestar que sentís", recomienda la sexóloga.
Mantener una actitud positiva y abierta os ayudará a que todo sea mucho más fluido... y a que las puertas que están cerradas se abran.
¿Qué pasa con él?
Uno de los efectos "colaterales" del vaginismo que más te preocupa es el que ejerce sobre él. Si es tu chico es más sencillo, porque que quizá ya hayáis hablado del problema.
Pero, ¿qué pasa si te sucede con un ligue de una noche? Es ahí cuando más te preocupas y cuando vienen los nervios. Especialmente porque, muchas veces, no sabes qué pensará él en ese momento.
La experta te ayuda a descifrarlo.
"Hay que tener en cuenta que la reacción depende mucho de cómo viva la pareja su relación y su sexualidad", precisa. Lo más probable es "que el chico piense que no lo está haciendo bien o que realmente no te apetece acostarte con él y lo haces por compromiso", explica Ponte.
Lo mejor en estos casos es hablarlo tranquilamente, aunque sea la primera vez que ves al chico. "Los dos os quedaréis más tranquilos y hablar ayudará a suavizar la tensión del momento", asegura. La sexóloga recomienda además fomentar otro tipo de prácticas sexuales que no incluyan la penetración: podéis acabar satisfechos igualmente y a ti te servirá para relajarte y ayudar a solucionar el problema.
Además, incluso él puede ayudarte a llevarlo mejor si se lo cuentas. Así comprenderá qué es el vaginismo, por qué sucede y, sobre todo, "no te presionará y mantendrá la calma, actuará con paciencia y amor ante las dificultades que tú vivas". Si él se implica de esta manera tú podrás dar nuevos pasos con mayor seguridad y relax, así que no te cortes y explícale lo que te pasa. Y es que aunque para ti hablar de lo que pasa ahí abajo justo durante el sexo sea embarazoso, ellos aseguran que prefieren saberlo. Al menos así lo aseguran.
Andrés (26) recuerda el día en que "conocí a una chica increíble que no paraba de decirme lo caliente que estaba. Cuando llegamos a casa, me resultó imposible penetrarla. Ella no dijo nada y, la verdad, yo tampoco. Me marché pensando que me había mentido toda la noche. Reconozco que no fue agradable y que me daba reparo que me sucediese con más chicas. Hubiera preferido que me explicase qué le pasaba, así podría haber hecho algo". Marcos (24) se sincera y cuenta que "en nuestra primera vea a ella le dolió bastante. Todas las veces que lo intentamos no conseguía relajarse y yo no podía penetrarla. Nos costó hablarlo pero al final la convencí para que fuese al especialista. Nos ayudó mucho pasar por el trago juntos".Así que... puede que la próxima vez que entres en materia con él "ella" decida que está fuera de cobertura, pero ahora ya sabes que eso tiene solución. Y recuerda: relájate, habla de ello a tu pareja, alarga los preliminares y sobre todo, deja de preocuparte por lo que "ella" haga. Será la mejor manera de disfrutar de tus relaciones sexuales con normalidad.
Tres posturas que facilitan la penetración
- Pide a tu chico que se tumbe boca arriba y separe las piernas. Túmbate suavemente sobre él con tus muslos entre los suyos para que te penetre. Si separas tus piernas, la penetración será más profunda.
- De rodillas en la cama y con las piernas separadas, pasa tus piernas por encima de las suyas y guía su pene hacia tu vagina.
- Estáis de pie, uno frente al otro. Pídele que frote su pene contra tu vulva y después de unos minutos de fricción, la vulva se abrirá para permitir una penetración superficial.
En todo caso, la sexóloga recomienda "posturas donde se abren las piernas o la mujer controla el grado de penetración", así como "que ella esté encima y lleve el control". Eso sí, ponlas en práctica solo "si es posible la penetración". Procura no forzar si estás demasiado cerrada.