A todos nos ha sucedido alguna que otra vez sentirnos atraídos por alguien que no debíamos. Esta es precisamente la gracia (y el dilema) de la conocida tensión sexual no resuelta. Aprende a identificarla, tomarla como un juego y no caer (¿o sí?) en su trampa.
Todo el mundo sabe que existe. Nos ha sucedido a todos.
Esa irremediable atracción sexual hacia otra persona que súbitamente se apodera de nosotros a pesar de que -he aquí el quid de la cuestión- nunca (¿?) se podrá consumar. Es la conocida como Tensión Sexual No Resuelta (TSNR), y sí, surge cuando menos debe: los casos imposibles son precisamente su terreno de actuación predilecto.
Material de un sinfín de series de televisión (Luz de Luna, Expediente X o Castle) y eterno tema de debate entre amigos son pruebas de que el placer está precisamente en el deseo más que en su satisfacción.
Mirar pero no tocar es la premisa de la TSNR, y no entiende de edad, ni de sexos ni de modas.
Pongamos un ejemplo: dos compañeros de trabajo acaban de conocerse e, irremediablemente, desde el principio no son capaces de entablar una conversación natural. Sin embargo, sus cuerpos han decidido hablar otro idioma bien distinto: desean tocarse. El lenguaje no verbal-ocupa el 8% de nuestra comunicación- toma entonces la delantera. Según Marian Ponte, psicóloga, sexóloga y terapeuta EMDR (www.marianponte.com), existen signos claros para detectar situaciones "tensiónicas": desde "tocarse el pelo, mirarse y desviar la mirada o ponerse ropa más atractiva" hasta "juegos irónicos, piropos con doble intención y gestos seductores", pasando por "roces con la pierna y el brazo y, en casos más obvios, bromas sexuales".
Así, aunque la razón insista en recordarnos que no, no podrá ser, la química nos atrae cada vez más hacia el o la protagonista de nuestras fantasías. A su vez, son las "víctimas" de una tensión sexual no resuelta las que alimentan dicho deseo. "Las personas entran en una escalada de deseo, es un estímulo mental", comenta Marina Castro, psicóloga y terapeuta sexual y de pareja del Instituto de Estudios de la Sexualidad y la Pareja (www.marinacastro.com).
Curiosidad por lo prohibido
"Me retiro, pero te dejo entrada para que te acerques" o el típico "mejor no hablamos", y poco después recibir un mensaje, son, según ambas expertas, pruebas de que la tensión está ahí, y seguirá al menos durante un tiempo.
Pero, si todo nos indica que no debemos, ¿por qué sentimos ese impulso cada vez mayor? Por un lado, la transgresión forma parte de la atracción desde el origen de los tiempos: deseamos lo que no tenemos, anhelamos lo que no conocemos, nos apasiona lo que nos está prohibido. Que se lo digan si no a Joan Manuel Serrat y su Lucía, que bien saben del tema ("Ni hay nada más bello que lo que nunca he tenido..."). Fantasear así con "otras personas, otros escenarios", y buscar novedades a pesar de la incerteza, es inherente al ser humano, argumenta Marina Castro, tras recordar que "no llevamos la monogamia en la sangre". En calidad de seres sexuados, "nos sentimos atraídos por muchas personas a lo largo de nuestra vida, nos enamoramos en varias ocasiones". "El que te diga lo contrario, miente", recalca. Por ello, la TSNR "ataca" también a personas con pareja, más susceptibles incluso de rendirse a los encantos de la imaginación y la fantasía. A fin y al cabo, los instintos son fruto de nuestra herencia animal, y aquí bullen en su máximo esplendor.
“La verdadera tensión sexual no resuelta tiene que ser recíproca. Ahí está la gracia. Es cosa de dos que se ponen pero no se atreven. Si no es cuelgue calentón o enamoramiento.” Miguel Ángel, 30 años
Sucede en pareja, sí
En el seno de una relación estable, vivir experiencias propias de la TSNR no debe preocuparnos, ya que la fantasía con otra persona es precisamente eso: una fantasía. Como cualquier otra, puede servir de alimento para aumentar la calidad sexual con nuestra pareja. No obstante, cada caso es un mundo, ya que desear en silencio a otra persona también suele ser síntoma de insatisfacción.
En palabras de Marian Ponte: "Puede darse cuando estamos en una relación que no tiene coherencia con nuestros valores, anhelos y apetitos", subraya. Si es el caso, la creciente TSNR sirve como un toque de atención eficaz para detectar qué falla y una oportunidad para arreglarlo.
Sea cual sea la opción, eres tú quien debe decidir hasta qué punto juegas y dónde pondrás el límite. El principio y el fin dependen de la voluntad (si existe) de cada uno. "Puedes quitar la historia de en medio o simplemente vivir el erotismo: el juego resulta seductor, pero sabes que se quedará en eso", comenta. Así pues, las barreras están en cada uno de nosotros. Cuidado, no obstante, con la confianza en uno mismo: las personas que más protegidas se sentían porque tenían una relación son las que antes han caído en su trampa. Y es que, en muchas ocasiones, no es tan sencillo resistirse.
El trabajo por ejemplo, es uno de los lugares preferidos para la atracción sexual. Pasamos muchas horas con nuestros compañeros, conversamos, hay más espacio y, como consecuencia, más vínculos. "Lógicamente, es más fácil coger cariño y que surjan historias", recalca. Las relaciones de profesores y alumnos y la nostalgia de amores de infancia son también terrenos propicios.
“Mi chico fue durante mucho tiempo mi TSNR y yo la suya. Cuando nos conocimos teníamos pareja así que no se resolvió. Tras cuatro años ya ambos sin pareja nos reencontramos (hasta hoy)". Soraya, 34 añosReciprocidad, ¿o no?
Una de mis dudas a la hora de abordar la tensión sexual no resuelta versaba sobre su reciprocidad.¿siente lo mismo por mí el sujeto de mis fantasías? Tras una encuesta de lo más informal entre amigos, allegados y círculos ociosos en esta materia, la mayoría me aseguró convencida que es siempre recíproca. Para algo existe la tensión, ¿no? Sólo puede darse si dos personas tiran cada una de un extremo. Quizás por un afán consolador de pensar que todas nuestras metas "tensiónicas" han sentido lo mismo por nosotros, o quizás aferrados a la imaginación -por qué no-, preferimos seguir pensando así. Pero la verdad es otra.
Según ambas expertas, sucede exactamente lo mismo que con el enamoramiento: o te corresponden o no. La mente puede resultar caprichosa: en situaciones así, nos miramos bajo nuestra propia lente. Inseguridades ("Que me miren, que me atiendan"), miedos ("No se va a fijar en alguien como yo") o prejuicios ("¿Con quién está hablando?") se muestran exponencialmente. Si a ello añadimos los típicos nervios, la situación resulta aún más confusa y moldeable.
"Yo lo veo como algo platónico. Me ocurrió con alguien en el primer trabajo que tuve en Bélgica: miradas coincidir en la fotocopiadora pero luego lo conocí en una cena de empresa y toda esa tensión se desvaneció.” Anna, 31 añosHe aquí la cuestión...
Entonces, ¿es recomendable resolver una TSNR? Por un lado, puede darse que el encuentro final sea especialmente apasionado a causa de una deliciosa espera que se ha prolongado, pero sucede pocas veces. Quizás por ello, algunas "víctimas" de estos síntomas deciden no pasar a la acción y conservar impoluta esta experiencia como algo bello que han vivido y que no quieren estropear. Otras más impulsivas, en cambio, buscan cerrar el caso cogiendo el toro por los cuernos.
Pero la resolución suele ser de lo más... decepcionante. "Forma parte de la fantasía, y, claro, la realidad es bien distinta", matiza Marina Castro.