Extraído de: www.siicsalud.com. Por: Oruç S, Esen A, Laçin S y colaboradores
El embarazo es una situación compleja de estrés psicológico durante la vida de una mujer y su familia.
Existe, por lo general, preocupación en relación con la salud de la madre y del niño y se efectúan ajustes en la familia en relación con la espera de un nuevo integrante. Este estrés físico y emocional parecería influir en la sexualidad y en las actitudes relacionadas. Los autores recuerdan que muchas mujeres experimentan trastornos sexuales durante la gestación y muchos estudios han referido una falta de deseo sexual, y disminución de la frecuencia de relaciones sexuales y de la satisfacción sexual durante el embarazo.
Estudios anteriores refieren un aumento del deseo sexual durante el segundo trimestre del embarazo y un descenso en el último período de la gestación, más marcado en el tercer trimestre.
Con estos antecedentes, los autores decidieron analizar los cambios en el comportamiento sexual que ocurren durante la gestación. Se incluyeron 158 mujeres asistidas, en forma ambulatoria, en alguno de los 6 centros de salud de Manisa, entre mayo y junio de 1997. Las participantes respondieron un cuestionario sobre variables sociodemográficas y comportamiento sexual.
La edad promedio de las mujeres incluidas en la investigación fue de 25 años, con un rango de 15 a 40 años. Todas las mujeres que participaron estaban casadas y todas se refirieron a sí mismas como musulmanas. Sólo el 30% de ellas estaba empleada. La frecuencia promedio de relaciones sexuales fue de 12.4 por mes antes del embarazo y disminuyó a 6.6 por mes durante la gestación. La frecuencia disminuyó a medida que se avanzó en el embarazo desde una frecuencia mensual de 8.09, 7.21 y 5.29 en el primero, segundo y tercer trimestre, respectivamente (p = 0.01).
La edad, nivel de educación, tiempo de casada, residencia, empleo, número de abortos y número de nacimientos no influyeron en la frecuencia de relaciones sexuales durante la gestación. Tampoco influyó la edad o el nivel educativo del marido. Sin embargo, los autores encontraron que la dispareunia y la calidad del orgasmo afectaron, en forma significativa, la frecuencia de las relaciones sexuales (p = 0.001).
El deseo sexual disminuyó, durante la gestación, en el 39.2% de las mujeres, aumentó en el 4.4% y no se modificó en el 56.3% de los casos. El deseo sexual de los esposos disminuyó en el 15.2%, aumentó en el 8.8% y no se modificó en el 75.1% de los participantes. Las variables analizadas no influyeron en este parámetro. Sin embargo, la mayor edad en las mujeres y la mayor duración del embarazo, en varones, se asociaron con disminución del deseo sexual, en forma independiente de la gestación.
Los autores encontraron que el 24.5% de las mujeres evitaron todo tipo de relación sexual durante todo el tiempo de la gestación, el 49.1% evitó el contacto algunas veces y el 26.4% refirió no evitarlo en ninguna circunstancia. Si bien los autores no observaron influencia significativa de ninguna de las variables consideradas, a medida que aumentó la duración de la gestación el índice de evitación también aumentó.
Las principales razones establecidas para esta conducta fueron el temor a dañar al bebé, el temor a que las relaciones sexuales fueran causa de aborto, a la disminución del deseo sexual y a la presencia de dificultades físicas, según refirieron las participantes.
Cuando los autores compararon la calidad del orgasmo antes y después del embarazo, 21.5% mostraron declinación intensa, 31.6%, leve declinación y 46.8%, ausencia de diferencia. Las variables consideradas al analizar otros aspectos de la actividad sexual no influyeron en este aspecto aunque se observó que, a medida que el embarazo progresaba, la calidad orgásmica disminuyó. Las mujeres refirieron significativamente menor descenso en la calidad orgásmica durante el primer trimestre del embarazo en comparación con los dos últimos trimestres (p = 0.003) y aunque se observaron diferencias entre el segundo y tercer trimestre no fueron significativas.
El 25.9% de las mujeres refirió dispareunia en todos los episodios de contacto sexual después de quedar embarazadas, el 36% presentó este síntoma a veces y el 37.9% no refirió dispareunia en absoluto. Las variables analizadas no influyeron en la aparición de este síntoma. Las mujeres presentaron durante el primer trimestre, significativamente, menor incidencia de dispareunia en relación con los dos últimos trimestres del embarazo (p = 0.001). El 23.2% de las mujeres refirió tener conocimiento suficiente sobre la sexualidad durante el embarazo, el 41.3% refirió escaso conocimiento y el 35.5% refirió no saber nada en absoluto sobre la sexualidad durante la gestación. Sin embargo, este aspecto se vio significativamente influido por el nivel educativo de la mujer (p = 0.0009) y de su esposo (p = 0.004), así como también por la presencia de empleo en las mujeres (p = 0.0004). Sin embargo, los autores encontraron que el conocimiento acerc a de la sexualidad durante la gestación no influyó en la frecuencia de las relaciones sexuales, en el deseo sexual y en la evitación del contacto sexual durante la gestación.
En opinión de los expertos, la religión y el nivel cultural pueden haber sido factores que influyeron en los resultados que se observaron en esta población de parejas musulmanas.
La demostración de que la frecuencia coital y de que las respuestas orgásmicas se modificaron durante el embarazo deberían, en opinión de los expertos, recibir mayor atención debido a que la gestación fue, en sí misma, un factor de profunda influencia en la actividad sexual, independientemente de variables individuales de educación, edad y demás aspectos considerados en la valoración.
Fuente: Australian and New Zealand Journal of Obstetrics and Gynaecology 39(1):48-50, Ref.: 11, 1999