Cada edad implica una forma de comprender y vivir las relaciones afectivas. A los 20 no se desea lo mismo que a los 40, ni a los 50 se ven las cosas como a los 30.
El sexo, la complicidad, las fantasías, los tabúes no son iguales de una etapa a otra. ¿Qué las diferencia? ¿Cuáles son sus ventajas? ¿Cómo podemos aprovecharlas al máximo?
Amor, love, l’amour, amore, liebe...
Sea cual sea el idioma en el que se viva, sienta de maravilla y deberíamos escribirlo (y disfrutarlo) con mayúscula. Pero para conseguirlo tenemos que conocernos, porque una relación no se experimenta igual con 20 años que a los 30, 40 o 50. Cada edad conlleva diferentes necesidades (sólo el 44% de los hombres y mujeres españoles está realmente satisfecho), deseos, prejuicios... Y beneficios. Porque si algo caracteriza al amor (y al sexo, claro) es todo lo que aporta, sin que en eso influya la edad: alegría, fuerza, seguridad, autoestima. Así que, para celebrar San Valentín, hemos hablado con psicólogas y sexólogas -se da la circunstancia de que todas son mujeres- que os ayudarán a que vuestra relación os siente a ambos realmente bien. All you need is love! (apréndete la canción y ¡baila con tu pareja!).
20 años: en plena transformación
Los jóvenes españoles comienzan a tener relaciones a los 14 años (más tarde que los ingleses y los franceses). Y viven el sexo sin moralinas, como algo lúdico. ¿Sus modelos? El cine, la publicidad y la tele.
'Sextimentales’: así se llama a los veinteañeros de hoy
Las cosas han cambiado mucho desde el ‘en casa a las diez’ de las generaciones anteriores. Más libres que nunca, se enfrentan hoy a un mundo plural, que cambia al ritmo frenético de la alta tecnología. Y su concepción de la pareja va acorde con ella, con los estereotipos de las pantallas. “Nada de complicaciones. No hay que tener novia para el sexo. Entre amigos, una noche, algo que surge con el cachondeo y la fiesta, eso está bien; no hay que comerse la cabeza”, dice Javier, estudiante de Informática de 23 años.
‘Zapping’ en las relaciones
“Si estoy bien sigo con él; si no, corto por lo sano, flores hay muchas”, apunta Yolanda, de 21, que sigue un módulo de Diseño Gráfico. El estudio Hábitos de vida y salud en los adolescentes (2002) lo corrobora: hoy la sexualidad de los jóvenes forma parte de sus relaciones de amistad; es algo frecuente, un intercambio divertido y ocasional entre amigos, ‘algo que hay que hacer para pasarlo bien’. Pero -y ahí está unos de sus problemas- ese ‘algo’ no está libre de la presión de pertenecer a una pandilla, porque es también ‘algo’ a lo que hay que supeditarse para ser aceptado.
Del sexo azul al ‘chill out’
“Si no tomo alcohol o drogas me verá como un bicho raro”: es uno de los prejuicios típicos de esta edad señalados por Jaione García. Con él se relaciona el ‘sexo azul’ (tomar Viagra para ‘no fallar’ si se va pasado de alcohol, ya que ‘no dar la talla’ es otro de sus miedos). El chill out consiste en dejarse llevar (el sexo como riesgo, sin protección), aunque los jóvenes españoles usan más anticonceptivos que los franceses, portugueses e ingleses.
Descubriendo quién se es...
“Los chicos y la chicas a esta edad están en plena transformación interior, saliendo de la adolescencia. La vida les empuja a tomar decisiones y la sensación de no tener muy claro qué se quiere está muy presente. De ahí que surja con mucha fuerza la necesidad de sentir la propia visión de la vida”, explica la psicóloga Jaione García (jaioneterapia.com). Algo que desestabiliza ese vínculo con el grupo, ya que -como dice- uno de los ámbitos donde más sobresale la búsqueda de identidad es en la pareja.
... Y el propio cuerpo
“A esa edad ya se han vivido varias experiencias sexuales y amorosas que van influyendo y configurando el concepto sobre uno mismo y también la idea de cómo es el mundo de la pareja. En muchos casos, las primeras relaciones dejan un poso de frustración, de inseguridad y de falta de autoestima que se arrastra”, agrega García. Además, está la relación con el propio cuerpo, que también pesa en la construcción de la identidad. “A los 20 años el descubrimiento de la sexualidad, de la excitación y del deseo está en plena efervescencia. La atracción por el sexo y el placer no se diferencia bien de la necesidad de amar y de ser amado, y a veces se busca amor a través del sexo y éste mediante relaciones disfrazadas de amor”. La confusión que genera se manifiesta en altibajos emocionales llenos de tristeza, rabia, impotencia y soledad pero que conviven con “momentos intensamente felices, esperanzadores y placenteros”, añade la psicóloga.
Hazte preguntas para una relación sana
Si tenemos 20 años, ¿cómo podemos ir más seguros en una relación?
Jaione García formula 9 interrogantes: ¿qué te atrae y qué no de tu pareja? (te ayudará a ser más realista sobre quién y cómo es); ¿qué quieres recibir? (repasa las fantasías que tienes sobre qué es una relación; no suelen ser realizables); ¿qué estás dispuesta a dar? (al principio sólo mostramos lo mejor de nosotros y aceptamos todo sin quejarnos, pero acumulamos frustraciones; pon límites); ¿qué te da miedo? (entenderás que estás aceptando cosas que no te agradan del todo o tapando ciertos aspectos de ti); ¿qué valor te das a ti en la relación? (observa qué rol adoptas; respétate para que te respeten); ¿cómo te comunicas con tu pareja? (por ejemplo, cómo discutes un tema: ¿levantas la voz?, ¿te cuesta escuchar?); ¿cómo habla el otro contigo? (¿de igual a igual?); ¿te sientes libre para dirigirte a él? (te ayudará a revisar el grado de confianza que sientes, vuestra complicidad); ¿qué significa para ti que te quiera o cómo crees que debe comportarse si te ama? (a veces esperamos -y exigimos- que se adapten a nuestras ideas de lo que significa demostrar el amor; pregúntale si se siente querido; tal vez tu forma de darle cariño tiene que ver más con tus necesidades que con las de él).
30 años: con el ‘amor’ en la tierra
A esta edad se es consciente de que ni el príncipe azul ni las superwomen existen. Se presta más atención a las emociones y se está abierto para aprender y cambiar lo que hay cambiar.
Dos personas no son una
"La complicidad es la base para que todo marche”, dice Lola Martínez, autónoma, de 35 años. Y es que a los 30 “se es consciente de que no todo son experimentos, inexperiencia, asientos de coche o estar pendientes de que los padres entren por la puerta”, como explica la psicóloga y sexóloga Carmen Raya (Psiconatural.com). En esta etapa, en la que según el Informe Durex sobre el bienestar sexual en España las mujeres se sienten más satisfechas que los hombres (hasta los 25 años los niveles de satisfacción son mayores en ellos, y a partir de los 34, en nosotras), comienza una búsqueda más real de la pareja. Sin embargo, se genera una pequeña crisis, según apunta Raya: “Las mujeres suelen buscar estabilidad, formar una familia, y el hombre sigue jugando a la play”. Por eso, las mujeres suelen adoptar “roles de madres con parejas de su misma edad”, o bien encontrar la estabilidad con personas de tres a ocho años mayores que ellas. No es que no exista el romanticismo y la espontaneidad, sino que se valoran aspectos más prácticos en pro de un futuro realista. ¿El peligro? “La baja autoestima, quedarte enganchada a una relación insana por creer que, si no, se te pasa el arroz”, dice la experta.
¿Repites lo visto en casa?
De forma inconsciente, a esta edad sale a flote lo vivido en casa de los padres. “Comenzamos a repetir los modelos y las actitudes de los que tanto nos hemos quejado”, dice Carmen Raya. Pero aún se es permeable y se puede corregir lo que no gusta. “A partir de los 40 cuesta más reconocer problemas de sexo, infidelidad, insatisfacción e incluso maltrato”.
Si el trabajo te quita tiempo...
A los 30 estamos enfrascados en nuestras carreras (casi las iniciamos) y esto resta tiempo a la vida en común. ¿Cómo solucionarlo? Diferenciando, como explica Raya, entre lo urgente y lo realmente importante; organizándose y haciendo partícipe a nuestra pareja de nuestras inquietudes laborales. “Cuando los conflictos a solventar son negociables, el beneficio es mutuo”, explica. Y esa es la pauta para saber si una relación ‘sienta bien a los 30’: estar satisfechos, en términos generales, con el otro y la vida compartida.
Evita estos errores:
Poner al otro en un pedestal, infravalorándonos; caer en el chantaje emocional (‘no puedo vivir sin ti’); faltarnos al respeto y faltárselo al otro; mentir (una relación basada en la mentira no es una relación); tener un hijo como solución a los problemas; dar siempre prioridad al trabajo, los amigos, la familia..., frente al tiempo compartido o a la pareja; creer que lo que no va bien ahora (sexo, comunicación) se arreglará con el tiempo; actuar como ‘madres’ de nuestra pareja; responsabilizarnos de las tareas domésticas”, explica la psicóloga Raya.
40 años: el sexo sin complejos
Son ‘los nuevos 30’. Una etapa en la que se dice adiós a las preguntas angustiosas sobre si nos querrán o no... Es el momento de la complicidad con uno mismo y con la pareja.
Sin duda, es una etapa para disfrutar de la autonomía, de la dulzura y del respeto que se consiguen a lo largo de los años”, expresa la psicóloga y sexóloga Marián Ponte (marianponte.com). En ‘los nuevos 30’, sobre todo se aprecia no tener que dar explicaciones a la pareja; que no haya que justificarse porque “se es más lúcido con lo que se quiere y se puede disfrutar más del conocimiento del propio cuerpo”, según la experta.
Expresa tus necesidades
“No me callo, la verdad. En mis anteriores relaciones no decía lo que sentía por temor a que me juzgasen, pero ahora, con 45 años, es diferente. Lo primero es ser yo misma, sentirme bien, y desde ahí crear mi vida con Luis”, dice Laura Cuesta, actualmente en paro. Y lo confirma la psicóloga: “A los 40 ya se han tenido varias experiencias que aportan conocimientos sobre los propios deseos y necesidades; y se asume que el otro también. En general, se da más libertad y autonomía en los gustos y la expresión de lo que se precisa”. Así, las inquietudes de cada uno indican el camino para que una pareja funcione: escucharse, darse voz y compartir lo que se siente y piensa.
Lo que sabe el cuerpo
De ahí también que la sexualidad sea plena, abierta y sin inhibiciones. “Muchas mujeres declaran obtener mucho más placer y sentirse más partícipes en la cama; han dejado atrás inseguridades y se han conquistado a sí mismas”, agrega Ponte. No obstante, según el Informe Durex, entre los 35 y 49 años la media de las personas que disfrutan del sexo semanalmente baja (65%) respecto a las edades anteriores (72-70%), y de ellas está plenamente satisfecho sólo el 42%. ¿Cómo estabilizar una relación a esta edad? Ponte da unas pautas: “Repara tus deudas emocionales y consigue sosiego interior (si no te amas ni te conoces, no llegarás a una relación en las mejores condiciones); date el tiempo necesario antes de embarcarte en un compromiso; no alargues nada que te disguste, ni entres en largos debates para justificar lo que sientes que no funciona; no sacrifiques tu autonomía personal, emocional ni económica por una relación; conserva tu espacio, tus amistades, tiempo para ti”.
Sin miedo ni censura
En función de cómo se haya vivido la sexualidad en las etapas anteriores, uno podrá enriquecerse o no ahora. “Permítete un mundo más libre, porque es el premio a tus logros”, anima Ponte. Y enfatiza que lo sano es conectar con los propios deseos, centrarse en las sensaciones erótico-sensuales y sexuales, pedir y guiar. “El diálogo, la escucha, la creatividad, la capacidad de sentir placer y la sensibilidad son habilidades para conjugar con el juego y el deseo en el sexo compartido”. ¿Pierde el sexo si se tienen hijos? Según el Informe Durex, no considerablemente (cerca del 50% de las parejas con descendencia están plenamente satisfechas)
Etapa de transición
En los cuarenta, según explica Marián Ponte, se deja atrás la juventud de la edad adulta y se va hacia la madurez. Y pueden darse transiciones no resueltas (dolor por relaciones pasadas, ganas de vivir una segunda juventud si no se disfrutó, miedo a la soledad, cúmulo de experiencias no gestionadas -divorcios, separaciones-, conflictos con los hijos...). “La idea es liberarse del peso; muchas mujeres desean una nueva vida social después de una separación, por ejemplo, y han de volver a saberse relacionar; también surge la necesidad de sentirse atractiva, deseable... El riesgo siempre es ‘padecer innecesariamente’; eso es lo que hay que evitar”.
50 años... (Y más)
Es la edad de la madurez. Y hay que aprovecharla. Dejarse de prejuicios y disfrutar sin trabas de la vida elegida. Y si no, cambiarla.
"O llegamos resignados con la situación afectiva que tenemos o siendo muy exigentes”: así de claro lo ve la psicopedagoga y terapeuta de pareja Arantxa Coca (arantxa-coca.com). A los 50 años muchas personas se preguntan para qué cambiar ‘si no hay nada a la vista’, o porque ‘más vale lo malo conocido’; aspiran, según la experta, a tener una vida tranquila, sin cambios. Pero otras personas necesitan que lo que les queda esté diseñado a medida, sea ‘de lo bueno, lo mejor’. Y, claro, eso conlleva reenfocar la vida (separaciones, cambios de residencia, de trabajo...). “No me conformo. Sí, estoy separado y tengo 56 años, pero soy (y me siento, que es lo más importante) joven y quiero estar con alguien que realmente merezca la pena”, dice Antonio Freichel, abogado.
Recuperar la pasión
Arantxa Coca da 5 pautas para lograrlo: si tu pareja desea experimentar en el sexo, acompáñala, sé su cómplice, estableciendo tus límites; hablad de las novedades, de la moda, sin deciros: ‘eso ya no es para nosotros’ (sed más jóvenes que vuestros hijos, pero sin mentiros sobre la edad); no os encerréis en casa, queda mucho por ver y vivir; recuperad la vida en común (vuestros hijos están fuera: ¡volved a ser novios!); celebrad vuestro amor tanto como podáis (no hace falta que sea sólo en el aniversario; echadle imaginación).