Olvídate de la charla de sexo con tus hijos: ahora necesitan una charla sobre porno. Otro cambio que ha traído internet: la típica "charla sobre sexo" con los padres se ha quedado corta
Dos actores porno están en plena faena. Ella tendrá unos 18 años, es morena, de cuerpo menudo. Es la primera vez que se “lo monta con un negro”. Eso es, al menos, lo que la chica dice mirando a cámara con actitud premeditadamente inocentona. Él si que lo ha hecho muchas veces con chicas blancas. Se jacta de eso mientras se prepara. Antes de empezar a rodar, se hacen una foto de los dos aprovechando que aún no están sudados. Después de eso, empieza la acción. A medida que avanza el tiempo, chico y chica van repitiendo planos a gusto del director (hombre) y del cámara (hombre). No dejan de reclamarle cosas: posturas, gestos, emociones.
A ella: “Gime”, “Pon cara de sorprendida porque la tiene muy gorda”, "Grita más". A él: “Aplástala”, “Ahora tápale la cara”, “Ahora tápale la nariz”, “Ahora tápale la boca, como si la asfixiaras”, “Ahora pon cara como si estuvieras furioso”. Ni siquiera el mismo actor parece demasiado cómodo haciendo eso a una chica que nunca antes ha visto en su vida y a quien debe sacar unos diez años. Pero es ficción. Es ficción, se repite. Hace lo que le piden como un autómata y clava con profesionalidad todas las posturas. Es su trabajo. El rodaje acaba con él corriéndose en toda su cara.
Esta es una de las escenas de uno de los episodios de la serie Hot Girls Wanted: Turned On de Netflix, en este caso centrado en la vida de un veterano actor porno, Jax Slayher, y de una joven actriz porno principiante, Kyliexquinn. El episodio revela cómo puede llegar a ser un rodaje corriente y también las presiones que obedecen los actores y actrices mientras están haciendo su trabajo. Es revelador porque nos demuestra que el resultado final de una cinta porno obedece, en realidad, a un puñado de normas, planos repetidos, otros directamente falseados y posturas imposibles que solo quedan bien en la foto. “No es cómodo”, dice en una ocasión la chica, Kylie. “Solo aguanta un poco más, que ya casi estamos”, le contesta el director.
La serie refuerza lo que todo el mundo sabe: el porno, como el cine, es ficción. El porno, como el cine, sigue siendo una industria esencialmente masculina y por lo tanto obedece a estructuras patriarcales. Sin embargo, la serie plantea un debate más interesante: es una ficción a la que muchas veces acceden los niños y niñas sin saber nada sobre sexo. Y peor: es una ficción a la que muchas veces acuden los adolescentes para educarse, para saber qué tienen que hacer cuando están con alguien en la cama. El 40% de los jóvenes de 14 a 18 años sexualmente activos aprendieron más de sexo con el porno que en clase, apunta el documental. Y muchos de ellos, pueden llegar a contenidos pornográficos de forma accidental o buscada a edades más tempranas. Basta tener un teléfono o un ordenador y teclear las palabras clave.
"Antes de Internet, quizás buscabas las revistas que tu padre guardaba en el cajón de los calcetines, algo que ahora parece inofensivo si lo comparamos con la cantidad de pornografía gratis que cualquiera puede encontrar a solo un click de distancia. Nosotros no tuvimos que enfrentarnos al porno online, pero hoy en día, el fácil acceso que los más pequeños tienen a imágenes de cualquier tipo es verdaderamente preocupante", explica la directora de cine porno feminista Erika Lust a PlayGround.
¿Cómo van a saber lo que es el sexo real si el porno generalista está petado de mujeres a las que simulan asfixiar, violar o azotar y hay un apartado entero en PornHub titulado, literalmente, “jovencitas siendo destrozadas” (“Teens Get Destroyed”)? ¿O cómo van a saber que a todas las chicas no les gusta que le estiren el pelo o se le corran en la cara?
Desde esta misma premisa nace el proyecto The Porn Conversation, un proyecto conjunto de Erika Lust y su pareja Pablo Dobner. Esta guía (inspirada en la propia necesidad de ofrecer información de calidad en esta materia a sus hijos de seis y nueve años) ofrece unas pautas para padres con contenido adaptado. Las guías – disponibles en varios idiomas– animan a los padres a sentarse con sus hijos y a tener una conversación sobre porno y a alertar del contenido misógino de buena parte del porno mainstream que, inevitablemente, van a consumir en algún momento de su vida.
"Se estima que a partir de los 9 años los niños ya comienzan a encontrarse accidentalmente con contenido adulto. En Austria ya han habido incidentes de niños visualizando porno en el recreo. Así que nosotros creemos que hay que dar esta charla cuanto antes mejor. Obviamente, como todo, cada cosa explicada de una manera apropiada a la edad", agrega.
“Imagina que tus hijos aprendieran sobre drogas con los traficantes de drogas”, se cuestiona Erika en una parte del documental. Su proyecto contrarresta precisamente eso con información útil y trucos para enfocar esta conversación. El objetivo es, sobre todo, que los adolescentes entiendan algo que puede parecer obvio, pero que no lo es tanto: todo lo que ves en pantalla es ficción.
La sexóloga Marian Ponte no especifica una edad en concreto para tener esta charla, pero puntualiza que lo más importante es ofrecer información a medida que la vayan reclamando, según la edad. "Lo más importante es dejar claro que hay que disfrutar sin presión, no transgredir los valores que uno tiene, saber decir 'no' o no dejarse influenciar por el grupo, entre otras cosas", explica.
Ruth tiene 37 años y es madre de un hijo de 2 años y medio. Aunque aún tiene tiempo de planear esta conversación sobre porno, parece tener claro que la habrá. “Yo he pensado que le hablaré con 8 años porque es cuando recuerdo haber visto o experimentado mi primer interés en relación a temas sexuales cuando era pequeña. Si creo que es muy infantil, esperaré. E igual que si veo que hace falta antes, la adelantaré”. Para ella es muy importante que su hijo tenga claro que incluso los vídeos aparentemente caseros son ficción y que no debe forzar nunca a nadie a hacer algo que la otra persona no quiere.
“Me di cuenta de la importancia de esto al ver un estudio que afirmaba que un porcentaje alto de chicas adolescentes mantienen relaciones anales sin que les guste, solo para complacer a los chicos, que les pedían hacer lo mismo que han visto en las películas”, me explica. “Sé que no evitaré que vea porno, pero me gustaría que se enfrentara a él con suficientes recursos para que no condicione su vida sexual”.
Rocío aún no es madre, pero se muestra algo más escéptica: "Creo que depende mucho de la relación entre madres o padres e hijos. Por ahora lo veo muy alejado de nuestra sociedad en las que en muchas escuelas ni siquiera se habla de sexualidad y muchas padres no disponen ni siquiera de la información necesaria".
En ese sentido, la actriz porno Anneke Nekro y la pedagoga Silvia Valle ofrecen talleres para jóvenes y educadores para abordar esta materia. Ellas, sobre todo, se fijan en los adultos. “Para nosotras es importante que los primeros en formarse sean los padres para que cuando los niños pregunten estén preparados para responder con conocimiento de la industria”, explican Anneke y Silvia. Entre otras cosas se encargan de ajustar las expectativas a la realidad, hablar del consentimiento o recordar que el pornomainstream muchas veces se olvida del placer femenino. “También le hacemos ver a la gente que quizás el problema no es que exista un porno que no les satisfaga, sino que probablemente no lo han encontrado”, sugieren.
De hecho, según la plataforma Pornhub solo un 28% de las mujeres en España consumen porno en comparación a más del 70% de los hombres. Estos datos se explican ya que se estima que 1 de cada 4 mujeres dice no sentirse representada con el porno que consumen. Otro dato más: el estudio Women Searching Women, de Pornhub, reveló que las mujeres (independientemente de su orientación sexual) tienden a buscar más contenidos lésbicos ya que por lo general les resultan “menos intimidantes y más satisfactorios”.
“Nuestro objetivo, más que condenar el porno no feminista, es tratar de ofrecer material feminista de calidad que haga que simplemente la gente, hombres y mujeres, vean que existen otras formas de desear y experimentar con su cuerpo”, argumentan.
Para ellas, es importante distinguir entre el porno ético y el porno feminista a la hora de plantear esta charla con nuestros hijos. “El porno ético solo garantiza que van a ver contenido explícito que respeta los derechos laborales de sus trabajadores. Es un buen paso para empezar, pero ni va a ser soft, ni va a ser educativo necesariamente, ni va a romper estereotipos. Si lo que queremos enseñarles es eso, entonces deberían ver porno feminista”.
“El porno convencional que encuentras en Internet no es representativo de todo el porno que existe” o “Las personas, tanto mujeres como hombres, tenemos pelo (púbico también) y es totalmente normal” son algunas de las ideas que destaca una de las guías disponibles en The Porn Conversation para chicos y chicas de entre 15 y 17 años. La guía también toca temas como el racismo del porno convencional o el derecho a la privacidad y a no ser grabado. También sugiere alejarse de fórmulas negativistas como el porno es malo o manipulador.
Anneke y Silvia también apuestan por alejarse de esas fórmulas sobre si el porno es bueno o malo a la hora de educar. El porno convencional es machista, pero nosotros también, por poco que revisemos nuestras conductas. “El porno está hecho por personas, generalmente señores heterosexuales, que están en lo alto de la pirámide de los privilegios. Ellos no lo cambiarán". Esa es, para ellas, una de las ideas que hay que dejar más claras a los jóvenes. ¿La otra? Abrir miras y ofrecer alternativas. "Como dijo Annie Sprinkle: si no te gusta el porno que ves, hazlo tú. Y en eso estamos embarcadas”.