Violencia contra la mujer
Entenderemos por violencia contra la mujer “todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o real un daño físico, incluyendo amenazas, y coerción o privación arbitraria de la libertad, tanto si se da en la vida pública como en la privada” (ONU, 1995)
La violencia puede manifestarse de diversas maneras: críticas, insultos, desprecio, abandono y otras circunstancias como los abortos selectivos, las violaciones en periodos de guerra, la mutilación genital, etcétera. La violencia es algo muy extendido y presente, incluso de forma más sutil como el pago de distinto sueldo según el género. También engloba estereotipos sociales que tendrían su expresión en frases como “aguanta todo, mujer, que el amor todo lo puede”, u otra acerca de las maltratadas: “las mujeres aguantan porque son masoquistas”. Hasta que no nos concienciemos del “respeto a las libertades” como cimiento de una sociedad, la solidaridad con las víctimas de la violencia estará truncada.
En la sociedad aprendemos a construir el mundo que nos rodea, asociando a los géneros diferentes creencias. Hemos asociado la masculinidad con la virilidad, la fuerza y la inteligencia. Y relacionamos la feminidad con debilidad, emocionalidad y pasividad.
Todas estas diferenciaciones ya empezaron desde la prehistoria, con la división del trabajo por géneros. Pasaron después por la mitología griega, la época romana, los bárbaros, la llegada del cristianismo y judaísmo (que construyen la sociedad más patriarcal), la Edad Media. Incluso en la historia de la literatura hasta nuestros días, la supeditación de un género al otro forma parte de nuestro legado.
Formas de violencia
Es importante comprender las creencias y valores, así como los estereotipos que puedan estar incidiendo a la hora de ejercer o padecer las consecuencias de la violencia. Reconocer las conductas abusivas es básico para salir del ciclo de la violencia. Estas conductas sexistas violentas del hombre sobre la mujer incluyen: aislarla de las relaciones sociales, controlar el dinero, criticar el vestir, agresiones físicas (golpes, empujones…); violencia emocional (insultos, amenazas, humillaciones…), violencia sexual.
Los estereotipos, al proporcionarnos formas de ver el mundo muy difíciles de cambiar –porque se han convertido en automatismos, dado que los aprendimos frecuentemente desde la infancia-, favorecen la violencia y minimizan su importancia.
Alguno de los falsos mitos acerca de la violencia sobre la mujer son: sólo pegan los alcohólicos, sólo se da en contextos de personas sin estudios, o que están en paro; es un asunto familiar; las víctimas son mujeres masoquistas; hay que aguantar porque la familia está por encima de todo, etcétera.
Estos y otros mitos han de ser desmontados y sustituidos por valores más respetuosos, otorgando la parte de responsabilidad que le corresponde a la persona que ejerce la violencia.
Violencia marital
Leonore Walker (1979) en The battered woman (Mujeres golpeadas) identificó diferentes fases:
- Generación de tensión: a partir de pequeñas cosas se genera tensión, y el agresor siente ansiedad e irritación. La mujer intenta evitar una situación conflictiva y lo satisface
- Explosión de la violencia: el agresor descarga su odio para reducir su tensión física
- Luna de miel: el maltratador manipula emocionalmente con promesas o regalos, dando esperanzas de que su violencia es sólo algo puntual
A lo largo del tiempo, se repiten más las tensiones y se da menos lugar a la reconciliación (tercera fase). Empieza un periodo de pánico y de control que reduce a la mujer, la cual -para evitar más violencia- renuncia a su libertad y voluntad. Se producen distorsiones que ayudan a sobrevivir a dicha tortura, como disculpar o justificar al agresor.
De ese modo, la víctima cae en la indefensión más absoluta. Dependiendo de cuánto tiempo hayan tenido lugar dichas agresiones y de su intensidad, resultará más difícil la recuperación.
Las secuelas serán diversas: estrés postraumático, apatía, desinterés, depresión, confusión, etcétera. Es importante no confundir las consecuencias derivadas de una relación de maltrato con una patología.
La mujer pasa por las mismas fases de los prisioneros de guerra: degradación y castigo (se somete para sobrevivir); encierro y aislamiento (sin referentes); manipulación del guardián (Ferreira, Graciela, La mujer maltratada, 1999).
Ver: Asociaciones maltrato y discriminación
Formas de violencia: texto ampliado
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