Conferencia de Violencia de Género ofrecida por Marian Ponte el día 25 de Noviembre de 2016 en el Escorxador de Villafranca.
Les invitamos a ver y escuchar un resumen de la misma.
La violencia está estructuralmente asentada. Muchos siglos han generado una diferencia de roles que han hecho que la desigualdad forme parte de la relaciones. Se ha interiorizado un modelo que no permite la igualdad, la comunicación en la relaciones de pareja. La diferencia de oportunidades entre géneros nos lleva a que se genere resentimiento, violencia de género y falta de equidad que fomenta injusticia en el crecimiento de la base de la sociedad de la que formamos parte.
El planteamiento de los géneros requiere un cambio para que todos podamos construir una sociedad donde quepan distintas orientaciones, relaciones de pareja equitativas una manera respetuosa en el trato.
La violencia de género está aumentando actualmente en los jóvenes. Por ello, se requiere una educación sexual donde se vuelvan los valores fundamentales para recuperar quiénes somos y volver a las dinámicas de amor y de intercambio.
La reflexión es una de las mejores maneras de crear un mundo mejor. A partir de esta premisa necesitamos detenernos a observar nuestro entorno, y a autobservarnos, para poder cuestionar nuestros comportamientos. Según la ONU se considera violencia de género a todo acto de violencia sexista que tiene como acto posible un daño físico, incluyendo amenazas y privando la libertad, ocurra esto tanto en la vida pública como privada. Las ideas como “el amor lo puede todo” son creencias que nos pueden querer llevar a justificar la violencia, pero esta es por sobre todas las cosas, injustificable. Si se la justifica, se la minimiza, si se hace eso se genera un círculo que sólo lleva a la agresión constante. Las mujeres dejan de opinar para evitar el conflicto, adentrándose en mucha lucha interna y pudiendo llegar a tener síntomas físicos o creando estados depresivos. Todo lo que no se soluciona se deja ver luego en el cuerpo. Se tiene la idea de que se puede controlar la violencia, pero esto no es así. Por cada persona que es víctima de violencia hay todo un entorno que también se ve afectado. Es importante por esta razón reconocer los malos comportamientos para no repetir inconscientemente patrones que nos hacen mal. Para afrontar la violencia una de las primeras actitudes es desmitificar los mitos. Los mitos son ideas erróneas que no nos permiten avanzar. Llamamos mitos a expresiones como: “si una mujer dice que no, en verdad es que sí”, “Los niños y las niñas no perciben el maltrato entre los padres”, “Se violenta sólo cuando se alcoholiza”. Cada mito vigente lo único que hace es invisibilizar a la persona violenta. La responsabilidad no es nunca de la víctima, la persona que lo padece no es quien lo provoca.
Los medios de comunicación lo único que hacen es vender constantemente estereotipos de géneros. Se le enseña así a la mujer a ser delicada, sumisa, callada. La mujer en los anuncios es siempre un adorno, concepto que nos lleva a cosificar los cuerpos, promoviendo una violencia sutil y masiva. Estos mensajes que nos bombardean constantemente por todos lados quedan grabados en nuestros cerebros. No podemos obviar el impacto social que genera todo esto, como tampoco podemos obviar la existencia de los micromachismos. Los micromachismos son cosas tan sutiles que no se las consideran como parte del machismo, pero es importante reflexionar sobre ellas para no normalizarlas. Suelen ser situaciones cotidianas como no dividir las tareas equitativamente en la casa y dar por hecho que la mujer lo hará todo. Decirle a la mujer cómo se debe vestir, o con quién puede quedar. Permitir el ingreso gratis en discotecas a las mujeres, mientras los hombres pagan, porque las mujeres son consideradas objetos de consumo. Las mismas mujeres tenemos incorporados estos mismos mensajes, es algo cultural y social, no sólo de género. Muchas personas que viven malos tratos por mucho tiempo lo que generan es una “indefensión aprendida”. Se cree que no hay salida, por lo que psicológicamente se queda atrapada allí. Es primordial y esencial diferenciar el maltrato del amor, el amor no debe doler.