En este programa Marian Ponte nos trae a Maria Dolors Obiols, Dra. en Filosofía y creadora de Universalia, con quien abordará un tema delicado pero importante como es el suicidio.
María Dolors Obiols, ha compaginado la docencia con la investigación durante más de 25 años, siempre con la convicción de que el conocimiento adquiere sentido cuando implica una expansión de la consciencia, único proceso que nos conduce a la plena realización de nuestra humanidad.
En este programa Marian y Mª Dolors abordan un tema delicado: el suicidio. Tratar del suicidio no es fácil. Por la seriedad del asunto, como todo aquél que acarrea la muerte humana. Además, no es difícil caer en dos extremos: el de la condena del suicida, o en el de la frivolización del acto en sí.
Es suicidio es una acción individual que ciertamente puede obedecer a múltiples causas, sin embargo podemos determinar que en ellas existe un denominador común, que es el deseo vital de eliminar un estado de sufrimiento extremo. No existe una relación absoluta entre suicidio y enfermedad mental, pues el suicidio lúcido es también una realidad.
En la medida en la que identificamos indicadores en aumento que nos revelan la sociedad profundamente enferma en la que vivimos, también contrastamos el aumento del suicidio, especialmente en personas lúcidas. El colectivo social, en su nivel más profundo, contempla el suicidio de una persona como un espejo de su propia enfermedad, de ahí el fuerte impacto que produce también en la vida pública. Muchas personas están asistiendo a un proceso de despertar de la consciencia, que les conduce hacia un camino radical de emancipación, el cual afecta profundamente a su sistema de creencias, llegando hasta la implosión, es desde ahí que el suicidio pude también tomar su parte.
El suicidio es un tema difícil de hablar, sobre todo porque es fácil caer en alguno de los dos extremos entre la condena del suicidio o la frivolización del mismo. Lo que debemos saber es que es ante todo el sufrimiento de mucho dolor, no es un acto de libertad, la persona está sufriendo tanto que se rinde ante la vida y renuncia a ella. La supervivencia es uno de los instintos más fuertes y sin embargo se corrompe ante el dolor. Uno de los principales motivos de suicidio son las enfermedades mentales, los antecedentes de maltrato, la adicción a las drogas, las crisis vitales, las enfermedades crónicas, la sensación de que se está haciendo un favor al quitarse la vida. El suicidio puede tener múltiples causas, pero hay un patrón común: la necesidad de eliminar un sufrimiento extremo, de encontrar una vía que lleve a un desenlace. Existe también lo que se llama el suicidio lúcido, en estos casos se dispone de un tiempo para madurar la acción, la persona da señales, se despide, se justifica y el acto se produce en el momento con cierta serenidad. De todas formas, no se puede decir que sea una acción libre porque es fruto del sufrimiento. Una vez que la persona se suicida el dolor queda en la familia por no haber sabido actuar en consecuencia, o por vergüenza porque no pueden hablar libremente de la muerte. Ante una situación así se requiere de mucho respeto y actuar desde el amor para acompañar a los familiares.
La Dra. en Filosofía Maria Dolors Obiols nos comenta que en el mundo se suicidan 1 millón de personas al año, es un problema tanto individual como social. El suicidio ha sido y sigue siendo un tema tabú porque el acto de la persona que se suicida es un acto espejo de cómo se encuentra nuestra sociedad. A partir de ahí produce un impacto, nos demuestra que vivimos en una sociedad absolutamente enferma. Ante este impacto las instituciones acaban reaccionando con un ocultamiento. Es una realidad de la que hablan poco los medios de comunicación porque nos revela nuestras propias limitaciones de un sistema del que todos somos cocreadores y responsables. La posición sana es intentar cambiar o crear espacios alternativos a este sistema. Hay que considerar que esta acción nos hace de despertador, nos revela una realidad que muchas veces no paramos a pensar, nos muestra esta enfermedad colectiva. El sistema que creamos nos invita a pensar que no hay nada pasando, aunque la persona esté dando señales, por eso si observamos un mínimo indicador hay que escuchar, los pensamientos que frivolizan el tema no ayudan. Tenemos que ser conscientes que el suicidio nos indica algo socialmente. Se puede establecer una conexión entre suicidio y despertar de la consciencia ya que esos procesos se producen tras un período largo de sufrimiento, no siempre es así, pero muchas veces sí. Se produce una implosión del sistema de creencias de la persona por lo que se tienen que reordenar las piezas, lo cual implica un enorme vacío y dolor. Por esto, es importante crear espacios donde la persona se pueda informar para que el sistema de creencias se desplace hacia otros puntos. Las personas necesitamos expresarnos para poder reconstruirnos. Hay que buscar crear estos espacios, y a partir de ahí evitar que el sistema de creencias implosione de una forma violenta, sino que todo se produzca gradualmente.
Dª Maria Dolors Obiols Solà
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