Se han hecho varios estudios para corroborar si la bisexualidad existe o no como orientación sexual. Ante esto, la psicóloga y sexóloga Marian Ponte expone: “Hay que reflexionar sobre los estereotipos para no dañar el funcionamiento sexual humano, no hay que limitar a una orientación sexual como si fuera una práctica sexual. No es directamente una conducta lo que cataloga de bisexual, u otra orientación, sino cómo la persona se siente; es mucho más que una categoría.” No se puede pensar en “estilos” cuando estamos hablando de sexualidad, cuando estamos hablando de cómo vibramos por dentro.
Hay que ir por sobre el debate de la existencia de si es una orientación sexual o no, y pensar más en los deseos. La sexualidad humana tiene muchos matices, negarlos sería negar nuestra riqueza humana. Las dudas y preguntas aparecen a menudo no porque no tengamos claros nuestros sentimientos internos, sino porque hay que definirse en qué uno o una es, o no es. Aparece la necesidad social de anclarnos en los cánones. Ahora bien, la sexualidad no debería ser una tarjeta de presentación a la pregunta ¿Qué soy? o ¿Quién soy? Cuando la persona tiene un choque con la norma social, eso da una tensión psicológica y puede generar estrés. La bisexualidad no es una confusión o una “no-aclaración”. Cuando uno o una es adolescente aprende experimentando qué siente, qué le gusta. No hay que dar por hecho que la persona tiene que conocerse de primeras, o que, si duda o no sabe, entonces no se conoce. El verdadero autoconocimiento lleva tiempo y la única forma de llegar a él es mediante la vivencia. Entonces, a veces hay que darnos tiempo para averiguar cómo nos sentimos. La riqueza en la sexualidad está en no ser matemática, ahí se encuentra lo mágico. Cuando amamos no hay géneros, hay personas.
La Bifobia tiene una doble presión, puede sentir el prejuicio tanto de personas heterosexuales como homosexuales. El sistema patriarcal hace que el medio exclusivo (heterosexual) ponga a las personas en una situación de tenerse que negar a sí mismos, obligando a la diferenciación. El problema de la bisexualidad a veces radica en no sentirse tampoco homosexuales, el dualismo provoca dolor y discrepancia interior. Y esto, no es un tema de porcentajes entre cuanto gusta un género u otro, es un tema de tener la capacidad de sentir atracción de cualquier tipo por ambos sexos. Hay muchos estereotipos rondando como: las personas bisexuales son promiscuas, no están a favor de la monogamia, son indecisas o inmaduras. Nada de todo esto es cierto ya que están cuestionando ideas, pero no se pueden cuestionar sentimientos. La bisexualidad no define ni un estilo de vida ni una conducta sexual.
No hay nadie que sepa mejor cómo vive su sexualidad que la persona que lo está explicando. Facilitar una integración requiere que la sociedad se eduque en el respeto y en la pluralidad.
“El respeto es la excelencia de la humildad y empieza contigo” (anónima)