El síndrome de alineación masculina es el nombre que se le da a un concepto donde muchas mujeres han adoptado roles masculinos desvinculando lo sexual de lo emocional, dejando de lado la proximidad, la intimidad, y la sensibilidad. La masculinidad no sólo la tienen los hombres, es una energía que está también en las mujeres y que se potenciará, más o menos, según la persona. Este síndrome lo que hace es empobrecer la sexualidad. Hay muchos hombres con miedo a no poder satisfacer a las mujeres, situaciones que antes no existían o no se veían tanto. Esto se debe a que han ido cambiando los roles, hay más estrés, y a la vez una sobreinformación sobre temas sexuales. Ahora el tabú ya no es más hablar de sexo, sino hablar de las emociones, mostrarnos vulnerables es el nuevo tabú. La inseguridad en el sexo se combate compartiendo y comentando lo que uno o una pueda sentir. Hay que expresar lo que se necesita, y si se empieza algo, pero a mitad de camino cambias de opinión estás en tu derecho de frenar, en el momento que quieras y que lo necesites. Nadie puede ir en contra de eso.
Los preliminares son esenciales para preparar la situación, reducir todo al coito acorta la riqueza de la sexualidad. La comunicación siempre es imprescindible, da el espacio a encontrarse desde un mejor lugar, conectado desde nuestro interior para que no sea una sexualidad dividida, sino que sea de a dos. Siguen conviviendo los roles antiguos, pero hay más hombres con preguntas y dudas, mientras que las mujeres tienen ganas de mostrar su potencial sexual. Ellas adoptan características masculinas al ser más directas, al saber manejarse. Esto genera en los hombres mayores inseguridades. Pueden tener miedo a no saber responder correctamente, estando así más pendientes de su rendimiento sexual que de su disfrute. Por un lado, está la masculinidad y por otro la feminidad, se da en diferentes grados según la persona, pero lo mejor sería intentar estar en el medio y lograr disfrutar desde allí con la otra persona.