Los preliminares facilitan ir de a poco potenciando las ganas. Como toda actividad, antes de empezar, uno o una necesita entrar en calor para ir adentrándose en la situación. Esto no niega que en algunas situaciones no tenga también sus efectos el ir al punto de primeras, pero será efectivo si las personas ya se conocen y saben sus gustos. Por lo general los preliminares sirven como una instancia para ir conociéndose con el otro o la otra. Facilita la comunicación sexual, el diálogo y el intercambio. Cuando hablamos de comunicación no sólo nos referimos a las palabras sino a los cuerpos interactuando entre sí. De esta forma nos permitimos sentir a nuestra pareja en el fluir del compartir. Muchas veces si nos saltamos esta etapa se pierde el momento de conexión. El coito se resume a una descarga física, no a un compartir y disfrute mutuo. Como premisa debemos saber que la sexualidad desvinculada del placer y del disfrute no tiene sentido.
Nos referimos a preliminares como esas caricias por diferentes partes del cuerpo y zonas sensibles que pueden despertar el deseo de ir a más. En esta instancia se puede jugar con los tiempos de arranque, freno, diálogo, risas tontas, generando así la complicidad. Es un momento que llena de misterio a qué va a venir después y a la posibilidad de sorpresa ante no saber cómo sigue, dejando por fuera cualquier instrucción establecida. La espontaneidad del momento va marcando el ritmo. Buscamos siempre sentir que nos perciben y percibimos al otro o a la otra.
No importa hace cuántos años estés en pareja, la intimidad siempre debe cuidarse. Cuando hay cansancio, estrés o preocupación ante la rutina del día a día se van limitando los espacios para la sexualidad, allí es cuando más importante se vuelve el cuidar de ella. Se pueden sumar diferentes objetos, como algún juguete erótico, por ejemplo, estímulos que despierten la creatividad en la pareja. Porque, ¿Qué pasa si nunca hay preliminares? Pueden aparecer disfunciones sexuales al automatizar siempre las mismas posturas, se puede reducir la pareja a una finalidad de orgasmo y no a una sexualidad sin meta. El no dar un momento previo para generar ambiente puede provocar en alguna de las dos personas aburrimiento o desatención. Entonces, no es que nunca se pueda prescindir de este momento, pero adoptarlo como parte de nuestra sexualidad y como vía para conectar e ir conociendo los gustos de la otra persona potenciará la práctica sexual, permitiendo el desarrollo de una mayor complicidad.