¿El placer sexual tiene fecha de caducidad?
Como sociedad, aunque fuimos ampliando nuestra consciencia y dando lugar a diferentes discusiones, hoy en día continúan habiendo muchos tabúes. Entre ellos se encuentra: “el sexo en la vejez". Incluso en el ámbito de los y las profesionales de la salud sigue siendo un tema del que poco se sabe y poco se habla. Esto lo que hace es provocar una desinformación, lo que da lugar a mitos como: “los ancianos y ancianas no tienen relaciones sexuales” o “el deseo sexual disminuye con la edad”. Hay que entender que la sexualidad no son fuegos artificiales. Hay que aceptar nuestros cuerpos con sus cambios, sus arrugas, sus años. El placer no se mide por la cantidad de orgasmos que se tiene, lo importante es el intercambio, mediante la aceptación. Nuestra imagen mental tiene carga emocional. Si vivimos con estrés, ansiedad, mal alimentados o alimentadas, es probable que el sexo, como nuestros cuidados, también sea olvidado al pasar los años.
Antes que nada, cabe aclarar que sexo y sexualidad son cosas distintas. La sexualidad es un aspecto en el ser humano que depende de varios factores. Cómo hemos vivido, cómo nos hemos cuidado, cómo está nuestro autoestima. La autoestima se va formando a temprana edad y con ello nuestra relación con nuestros cuerpos. El cuerpo no debe ser una carga, y no hay que compararlo con el cuerpo del otro o a otra. Cada cuerpo es único y es la vía hacia el disfrute. No debemos cerrarnos y avergonzarnos de “imperfecciones” que lo único que hacen es limitarnos. En aceptarse uno y una aparece la posibilidad de relación con los y las demás. La vida sin afecto, sin contacto, y sin amor, carece de sentido. Por ello es importante cuidar y alimentar estos espacios de intercambio de amor.
Ahora bien, ¿A qué llamamos sexo? No debe limitarse al coito o la masturbación. Abarca esto, más el aspecto afectivo, sentimental, las relaciones sociales y el contacto físico. La sexualidad es un conjunto de erotismo, afectividad, sexo, comunicación, deseo y todo lo que tiene que ver con el dar y recibir desde la piel, que también incluye al cerebro. Si somos amados y amadas, vamos a estar mejor de salud. La piel es el órgano más extenso y es mediante el cual recibimos (y damos) la conexión física con otro u otra. Permitir relacionarse amorosa y sexualmente con otra persona en la edad adulta permite hacerlos sentir vivos y vivas, alimentando la creatividad y la compañía. El afecto en compañía nos permite estar y sentirnos más felices. Por esto, no debe parecernos extraño que personas que se encuentran en la vejez sientan el deseo de relacionarse. Las personas adultas también tienen la necesidad de sentirse amadas.
Tenemos que reconocer y desmitificar los diferentes mitos que corren y condicionan las creencias sociales en estos aspectos. Por ejemplo, no es real que a la mujer pierde el deseo sexual entrada en la menopausia. Tampoco es real que con los años no hay energía vital, o que hay problemas de corazón, y que el sexo es cosa de jóvenes. Todos y todas podemos tener pensamientos eróticos o sexuales, no es un tema de edades, sino de deseos, y eso no lo marca el tiempo. Si puede ser real que el coito tenga menor duración o que las prácticas que solías realizar ya no te sean tan cómodas o efectivas. Por este motivo no hay que olvidar que se pueden utilizar otras formas de erotizar. Pueden utilizar otras vías como las miradas, el afecto, los juguetes. Poner al servicio nuestra creatividad y permitir la comunicación es primordial para potenciar estos momentos. Entender que hay cambios fisiológicos es esencial, nuestra intención no es negarlos, sino lograr que estos aspectos no nos condicionen o limiten.
El tema del preservativo debe ser un tema importante. Muchas personas mayores si tienen riesgo de transmisión de enfermedades sexuales, pero, como ya no hay riesgo de embarazo se dejan de utilizar los cuidados necesarios para prevenirlas. Hablar estos temas, en vez de negarlos, puede evitar futuros problemas. Por esto es importante a su vez que los hijos y las hijas puedan entender este deseo de sus padres y madres y que los y las apoyen a que continúen invirtiendo tiempo y energía en el amor. Hay que entender que nadie es quién para negarle a otro ser humano expresarse en la vida y vivir con amor.
Permitámonos cuestionar los estereotipos y no tengamos miedo a consultar con un médico, un terapeuta o un sexólogo o sexóloga si no sabemos cómo afrontar el sexo en la edad adulta y en la vejez. La conclusión es que la sexualidad y el sexo activo y placentero en edades maduras no tiene fecha de caducidad. Lo importante es no callar el deseo o justificarnos creyendo que: “es cosa de jóvenes”.