En algunos momentos puede parecer interesante que todo te dé igual, que no haya nada que te afecte emocionalmente, pero la realidad es que mostrarte indiferente se convierte en un problema cuando te hace conformista y cuando esa actitud inunda todos los ámbitos de tu vida.
El término ataraxia hunde sus raíces en el griego antiguo, y significa falta de turbación, la ausencia de pasiones que lleva a la felicidad. Es la disposición del ánimo propuesta por los epicúreos, estoicos y escépticos gracias a la cual alcanzamos el equilibrio emocional -la felicidad mediante la disminución de la intensidad de nuestras pasiones y deseos, y a la fortaleza del alma frente a la adversidad.
En este sentido la ataraxia tiene que ver con la tranquilidad espiritual, la paz interior, el ánimo calmado, la imperturbabilidad y la ausencia de inquietud, ansiedad, enfado o confusión.
Tal y como los filósofos griegos la explicaron, la ataraxia es una cualidad positiva que se relaciona con la tranquilidad y serenidad en cuanto a nuestra razón y sentimientos. Así entendida, puede ser buena, pues se convierte en un mecanismo psicológico de autocontrol y concentración que genera un cierto grado de enfriamiento emocional (no indiferencia) que permite congelar emociones y liberarlas solo después de que se haya alcanzado el objetivo de ganar. La mente se impermeabiliza frente a todo estímulo que no resida en el objetivo buscado. Algo compartido por filosofías orientales como el budismo. Sin embargo, más allá de la filosofía, la ataraxia es complicada de llevar, si se nos va de las manos por razones médicas (psicológicas o físicas), pues las personas que la sufren no son conscientes de las limitaciones o consecuencias que pueden tener sus actos. Muchas veces, de hecho, la ataraxia hace acto de presencia de manera totalmente indeseada e inesperada, como consecuencia de un accidente que ha producido daños en el cerebro o de una psicopatía.
Este trastorno se caracteriza por:
1- Imperturbabilidad. En el sentido griego. Se trata de lograr un alma o psique totalmente serena, no por ausencia de sentimiento o padecimiento, sino por control total de las emociones perturbadoras (por ejemplo, la ira).
2- No conocer o aceptar los límites. Esta es una clave de la ataraxia médica (provocada, por ejemplo, por un ictus). Los que la padecen no entienden de límites en sus actos ni sentimientos, han perdido esta capacidad de asumir que existen limitaciones y normas.
3- Ignorar las consecuencias que acarrean los propios actos. Es otra manifestación de la ataraxia como síntoma de problemas más graves médicos. Los afectados adolecen de sentimientos de culpa o responsabilidad por sus actos.
4- Ausencia de frustración. Quien sufre ataraxia por causas físicas, es ajeno a la frustración. Sin embargo, no se siente contento ni despreocupado como cabría esperar, sino todo lo contrario, es ansioso y nervioso.
5- Apatía y pasividad. En el sentido filosófico del término, los griegos ansiaban la ataraxia como meta espiritual para lograr estados de apatía y pasividad como forma de lograr la calma y el sosiego más absoluto. Evitando tanto la acción como el sentimiento.
BUSCADA COMO PARTE DE UNA FILOSOFÍA DE VIDA LA ATARAXIA ES BUENA, PERO A VECES ES UNA PATOLOGÍA MÉDICA QUE APARECE DE MANERA INDESEADA E INESPERADA
CLAVES PARA IDENTIFICARLA
Hay determinadas actitudes que pueden ser un aviso de que estás rondando este trastorno. Por ejemplo, en el terreno laboral, cuando no te inmutas en esos momentos en los que hay cambios que te afectan y los aceptas aunque sean injustos o cuando sientes ausencia de inquietudes. En lo sentimental, cuando estás en una relación por estar, aunque hayas detectado que es tóxica y que no va a ningún lado. También cuando te dejan y te da igual, porque terminas pensando que no eras suficiente.
Y, en general, cuando evitas conflictos aun sabiendo que enfrentándote a ellos podría arreglarse la situación o, por ejemplo, cuando personas de tu círculo te traicionan o decepcionan e intentas pasar de ello y además no se lo dices.
Desde la psicología actual y desde el punto de vista médico, se puede considerar una ataraxia patológica cuando la persona muestra una gran pasividad, no reacciona y no es capaz de asumir una toma de decisiones; cuando no experimenta estados emocionales intensos, ni siquiera muestra alegría; cuando no reacciona ante el entorno ni muestra ningún tipo de afectación ante lo que sucede; cuando no siente culpa y no tiene constancia de que sus actos afectan; y cuando no muestra frustración ante resultados que no son positivos.
La ataraxia médica es la ataraxia filosófica llevada al extremo y, no solo empeora la calidad de vida de quien la experimenta, sino que también dificulta el establecimiento de una correcta comunicación y de vínculos afectivos con los demás.
“IMPERTURBABLE NO SIGNIFICA INDIFERENTE”
Ser imperturbable “significa que estás en un estado de mayor armonía, con más paz y con una ausencia de juicio que te permite estar más presente y facilitar más ayuda al prójimo. Te permite darte más margen, consideración y amor a ti mismo, de modo que puedes sobrellevar la vida con más bienestar. Si hay lucha o conflicto interno no puede darse la paz y la armonía que implica justamente la ausencia de inquietud”.
Sin embargo, aclara la doctora Ponte, “la indiferencia sí implica una desconexión y una barrera contigo mismo, con los demás y con el mundo”.
LA FRUSTACIÓN ES NECESARIA
Cuando no podemos satisfacer un deseo planteado, lo normal es reaccionar a nivel emocional con expresiones de ira, ansiedad o disforia. Llevada al extremo la frustración no es buena porque nos vuelve rígidos e inflexibles, con escasa capacidad de adaptación a los cambios y de aceptación de la realidad, pero la carencia de ella asociada a la ataraxia tampoco lo es.
“La frustración es necesaria -afirma la psicóloga Marian Ponte- porque nos conecta con el mundo emocional, nos sirve para aceptar los límites, para ver que no todo es un camino de rosas, que no todo se puede tener y que hemos de aceptar las cosas tal y como son”.
Así pues, ¿no sentirla puede hacernos más felices? “Cuándo vives con humildad, aceptación, buenas dosis de realidad y la voluntad de superar conflictos -continúa Ponte-, la frustración no está tan presente o es más llevadera porque vives más el presente y en un estado más adulto. Al tener tranquilidad tenemos una actitud de mayor aceptación y menos cuestionamiento”.
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