Cuando comenzamos a salir con una persona solemos tomarnos todo muy en serio, pero luego se deja de dar tiempo a la intimidad del vínculo, creyendo erróneamente que está ya no lo necesita. No debemos dar por hecho a nuestra pareja, no importa lo años que pasen, esta necesita ser alimentada. Por esto, no hay que confundir pasión con deseo. El deseo se nutre. Algunas personas llegan a tener relaciones por un mandato que se espera socialmente. Se lo hace únicamente para cumplir, provocando que se vuelva una carga. En este punto falta lo que podemos llamar “el tiempo de amor”. Si no damos lugar y tiempo a las caricias y a los detalles, la pareja se va perdiendo poco a poco. En el encuentro ambas personas deben estar en presente, en esta dinámica del dar y recibir.
Cuando baja la libido significa que bajan las ganas. Pueden existir muchas causas que generen esto: enfermedades, fármacos, por ejemplo, antidepresivos, ansiedad, trastornos alimenticios, estrés, entre otros. Otro punto que puede afectar son los problemas de las parejas no resueltos, o no cuidar lo estético. Todo esto se va acumulando y va causando un deterioro. Hay veces que hay conflictos cuando una parte de la pareja quiere tener relaciones todo el tiempo y la otra parte no. Una parte se siente frustrada, y satura la pareja, generando culpas y malestar. Esto termina afectando al deseo, pero en verdad es un problema de frecuencia, en principio. Otras veces no sabe de dónde viene la apatía. Nos ponemos a pensar dónde está el problema. Quizás es falta de comunicación, o falta de autonomía en tu propia sexualidad. Besar, acariciar, tocarse, todo lo que sea afecto no hay que descuidarlo, aunque luego no se llegue a tener sexo. Si esto no ocurre genera insatisfacción, frustra y mata la pasión. Por eso no se tiene por qué forzar el sexo, si se está cansada o cansado, por ejemplo, sino que se debe recurrir a otras formas. Se puede masturbar la persona y que su pareja le mire o ayude, sin la necesidad y la “obligación” de llegar al coito. Cuando se fuerza por conservar el vínculo, o no generar enojos, lo que pasa es que la parte que se está forzando por cumplir va a comenzar a sentir un rechazo hacia la actividad, provocando el resultado contrario al que buscaba. La otra persona, por no entender lo que sucede, puede empezar a sentirse desvalorizada. No hay que llegar nunca a una práctica sexual por presión porque agravará el problema y nos desconectará aún más del disfrute.
El bajo deseo no es un problema si no genera frustración en la pareja, no hay que compararse con el resto. No por el bajo deseo, sino por la comparación. Este ejemplo se debe llevar a otros problemas por fuera de las sexualidades. La comparación deteriora la relación y lleva a la desconexión. Las formas que interpretamos las circunstancias nos pueden dañar, por eso somos responsables de ver dónde hay una frustración para comunicar y buscar nuevos caminos. Algo distinto se tiene que hacer, porque frente al mismo camino insistente se puede potenciar el malestar. Por ello busquemos constantemente que la salud sexual sea sana y placentera.